EN EL PRINCIPIO ERA EL LOGOS


Logos (en griego λóγος) significa: la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada, es decir: "razonamiento", "argumentación", "habla" o "discurso". También puede ser entendido como: "inteligencia", "pensamiento", "sentido".

En un significado psicológico “Logos”: En logoterapia, la tercera escuela vienesa de psicología -después del psicoanálisis de Sigmund Freud y de la Psicología Individual de Adler- desarrollada por Frank, la búsqueda del logos (en este caso: “sentido de la existencia”) es el centro del trabajo existencial y terapéutico para encontrar el sentido y el significado que da orientan al praxis (proceso por el cual una teoria o lección se convierte en parte de la experiencia vivida) del ser humano.

En un significado filosófico, Heráclito utiliza la palabra “Logos” en su teoría del ser, diciendo: “No a mí, sino habiendo escuchado al logos, es sabio decir junto a él que todo es uno.” Tomando al logos como la gran unidad de la realidad, acaso lo real, Heráclito pide que la escuchemos, es decir, que esperemos que ella se manifieste sola en lugar de presionar.

El ser de Heráclito, entendido como logos, es la Inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra que es la existencia misma. Se trata de una inteligencia sustancial, presente en todas las cosas. Cuando un ente pierde el sentido de su existencia se aparta del Logos.


Logos es uno de los tres modos de persuasión en la retórica junto con el ethos y el pathos, según la filosofía de Aristóteles.


Ethos es una palabra griega que puede ser traducida de diferentes maneras. Algunas posibilidades son “punto de partida”, “aparecer”, “inclinación” y a partir de ahí, la  “personalidad”.

El ethos al entenderse como un hábito, como un modo de ser, constituye para la tradición griega una segunda naturaleza. Se trata de una creación genuina y necesaria del hombre, pues éste desde el momento en que se organiza en sociedad, siente la necesidad imperiosa de crear reglas para regular su comportamiento y permitir modelar así su carácter.

Pathos En la Retórica de Aristóteles, es un uno de los conceptos que utiliza para referirse a lo ético y a todo lo recibido por la persona, biológica y culturalmente.


Ahora pasemos  al Logos en un significado desde la Teología;  en el prólogo del Evangelio de Juan, se menciona al Λóγος “Logos”, identificándolo como a la persona espiritual con Dios en el principio de la creación. Juan 1:1 dice:

“εν αρχη ην ο λογος και ο λογος ην προς τον θεον και θεος ην ο λογος”
“En el principio era el logos y el logos era con Dios el logos era Dios”

Muchas interpretaciones han surgido en torno al significado del Logos en este versículo. Algunos lo relacionaron con el Logos de la filosofía griega y la judeohelenística de Filón de Alejandría, quien precisamente utiliza antes de del siglo I la palabra griega Λógos para significar la sabiduría y, especialmente, la razón inherente a Dios, luego del siglo I y a partir del Evangelio según Juan Λóγος (traducido al latín como Verbum) obtiene una significación cristiana.

El Logos es interpretado como aquello que existía desde el principio  con Dios (con mayúscula, porque es el nombre propio). La palabra admite más de treinta acepciones, no obstante y según san Agustín antes de la existencia de Dios no existía el tiempo, lo que convierte a la Razón en la energía del Universo.

Para San Agustín: En la razón y la fe no hay una distinción clara, lo que marcará el discurrir de todo su pensamiento. Existe una sola verdad, la revelada por la religión, y la razón puede contribuir a conocerla mejor. “Cree para comprender”, nos dice, en una clara expresión de predominio de la fe; sin la creencia en los dogmas de la fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios (la sabiduría de los antiguos no sería para él más que ignorancia); "comprende para creer".

Esta vinculación profunda entre la razón y la fe será una característica de la filosofía cristiana posterior hasta la nueva interpretación de la relación entre ambas aportada por santo Tomás de Aquino, y supone una clara dependencia de la filosofía respecto a la teología.

Aunque sin llegar a elaborar una teoría del conocimiento San Agustín se ocupará del problema del conocimiento, tratando de establecer las condiciones en las que se puede dar el conocimiento de la verdad, según el ideal cristiano de la búsqueda de Cristo y la sabiduría.

Ante el desarrollo del escepticismo defendido por la Academia nueva, con cuyas tesis había simpatizado anteriormente, San Agustín considerará fundamental la crítica del mismo. Niegan los escépticos la posibilidad de alcanzar certeza alguna. Ante ello San Agustín replica afirmando la necesaria certeza de la propia existencia: ¿puedo razonablemente dudar de mi existencia, aun suponiendo que todos mis juicios estuvieran siempre equivocados? No, dice San Agustín, ya que aun en el caso de que me engañarse no dejaría de existir (al menos el juicio "si fallor, sum" sería siempre verdadero, asegurando la certeza de mi existencia); pero la certeza es triple, ya que el hombre existe, vive y entiende.

También encuentra a Dios en el interior del hombre, a donde San Agustín acostumbra a dirigirnos para encontrar en nosotros la verdad. Es precisamente por ese camino por el que vamos a encontrar la que suele considerar con propiedad la demostración de la existencia de Dios a partir de las ideas o verdades eternas: el fundamento de tales verdades inmutables no puede estar en las cosas creadas, que son cambiantes, sino que ha de estar en un ser inmutable y eterno, a su vez, es decir, en Dios.

Respecto a la creación, es el resultado de un acto, libre, de Dios. No obstante, las esencias de todas las cosas creadas se encontraban en la mente de Dios como ejemplares o modelos de las cosas, tanto de las creadas en el momento original como de las que irían apareciendo con posterioridad, es decir, de todo lo posible, pero no existente todavía.

Es el llamado ejemplar-ismo, que se complementa con la teoría, de origen estoico, de las rationes seminales. Los seres materiales se componen de materia y forma, pero no todos han sido creados en acto desde el principio del mundo. En el momento de la creación Dios depositó en la materia una especie de semillas, las rationes seminales, que, dadas las circunstancias necesarias, germinarían, dando lugar a la aparición de nuevos seres que se irían desarrollando con posterioridad al momento de la creación.

En el acto de la creación Dios crea, pues, unos seres en acto y otros en potencia, como rationes seminales, por lo que todos los seres naturales habrían sido creados desde el principio del mundo, aunque no todos existirían en acto desde el principio.

“En el principio era el logos y el logos era con Dios el logos era Dios”.

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