ESTAR ATENTOS A NUESTROS SUEÑOS
“Los sueños se simbolizan por medio del árbol: Cuyo desarrollo lento,
poderoso e involuntario representa un modelo definido”.
La interpretación de los
sueños fue identificada en origen como oniromancia (del griego ὄνειρος,
ensueño, y mancia, adivinación o profecía) representando aquella técnica o arte
por el cual se pretendía adivinar o predecir acontecimientos futuros a través
de los sueños. Con posterioridad, sobre todo con la irrupción a principios del
siglo XX del psicoanálisis, y a través de movimientos artísticos como el surrealismo
o el dadaísmo por otra, y finalizando con las neurociencias, los sueños y su
correspondiente interpretación resultaron amplificados a través de diferentes
postulados e hipótesis.
La oniromancia se basaba
en la antigua creencia de que los sueños son usualmente premonitorios avisando
así de la posible ocurrencia de un acontecimiento o situación.
El sueño es una función
vital, sin él, los seres humanos no podríamos sobrevivir. Sin embargo, el
sueño, no sólo se presenta cuando se duerme, en estado de vigilia también se
sueña, ocurre durante esos cortos instantes de evasión en el que la mente
deriva, se desconecta y divaga. Denominado ensoñación diurna o sueño diurno, se
podría considerar éste un estado intermedio situado entre la vigilia y el
sueño.
El psicoanálisis moderno
no fue el primero en cuestionarse si los sueños en sí tenían algún significado
más allá de ser simples recuerdos aleatorios que cruzan la mente del durmiente.
En culturas milenarias como la babilónica, egipcia, israelita, persa, india o
china, esta cuestión ya había sido planteada incluso antes de la aparición de
la escritura. Y se le asignaron efectos terapéuticos de la interpretación de
los sueños. De este modo, el hombre antiguo daba y encontraba un sentido a sus
sueños utilizando el lenguaje de los signos, de los símbolos, de los mitos y de
las creencias.
Las antiguas culturas
entendían los sueños como mensajes enviados por los dioses, para iluminarles,
prevenirles, advertirles y guiarles. La creencia actual más aceptada desde el
punto de vista tanto neurológico como psicológico es que los sueños resultan naturalmente
de las funciones cerebrales y orgánicas, que son fruto de deseos insatisfechos
o inhibidos, o bien, que son simplemente un reordenamiento mental inconsciente
que a su vez facilita la interpretación de posibles fallos en la conducta y
favorecen tomas de conciencia mediante mensajes simbólicos esenciales que se
manifiestan en forma de advertencias, avisan de ciertas situaciones,
circunstancias, o acontecimientos que podrían presentarse en un futuro, si no
se corrige una situación presente.
Desde el punto de vista
neurológico, la función del sueño es una consecuencia de la actividad cerebral
y orgánica.
El psicoanálisis de
Sigmund Freud ven en ella efectos compensatorios y fantasmas producidos por la
libido, entendido aquí como energía de los instintos y de las tendencias que
constituyen el fondo de la personalidad: su finalidad sería un cumplimiento de
deseo.
Otros marcos de referencia
como la psicología analítica de Carl Gustav Jung explican que nuestros sueños
son portadores de mensajes simbólicos, cuya interpretación es un medio de
autoconocimiento, que proveen orientación en la solución de problemas
psíquicos, y sirven como amortiguador cuando se atraviesan momentos de confusión:
su finalidad sería múltiple.
De esto deriva, que Jung,
en vez de limitarse a buscar contenidos sexuales reprimidos desde la infancia,
pone más énfasis en la vida actual del soñador, intentando encontrar la manera
en que el sueño puede ser un tesoro creativo con el potencial de reforzar la
personalidad. Jung también rechaza la técnica freudiana que da libre asociación
para la interpretación del sueño, pero sin proponer un método propio en cambio.
En la práctica, Jung solía trabajar con toda una serie de sueños de una persona
y utilizaba una variedad de métodos imaginativos, meditativos y artísticos para
llegar a una interpretación. El sueño se considera “analizado” cuando el
soñador tiene la impresión que le “da sentido”.
Jung nos dice sobre la
aplicabilidad practica de los sueños: «La idea de que los sueños son el
cumplimiento de deseos reprimidos está superada desde hace mucho tiempo. Sin
duda, algunos sueños exponen deseos o miedos cumplidos, pero hay muchos tipos
más de sueños. Los sueños pueden ser verdades implacables, sentencias
filosóficas, ilusiones, fantasías desenfrenadas, recuerdos, planes,
anticipaciones, visiones telepáticas, experiencias irracionales y Dios sabe
cuántas cosas más».
Carl Gustav Jung, junto
con Adler otro mayor disidente del psicoanálisis que fundó su propia escuela
terapéutica, la Psicología Analítica, encuentran en el sueño una expresión normal y creativa del
inconsciente y no la reaparición parcial de contenidos reprimidos. Jung sugiere
que los sueños frecuentemente reflejan el trabajo de una pulsión hacia la salud
y la madurez psicológica; su función es la de restaurar el equilibrio
psicológico del soñador. Muy similar a Adler, Jung también les confiere a los
sueños una finalidad; según ambos autores, los sueños tienen una función
prospectiva hacia el futuro, como anticipación de acontecimientos futuros.
Los sueños pueden ayudar a
ver las cosas desde otro punto de vista, a complementar la visión parcial y
sesgada que tiene la mente en estado despierto y comparar diferentes puntos de
vista para que la persona después pueda producir un ajuste o rectificación en
estado de vigilia. Para Jung, la función general de los sueños consiste en
intentar restablecer el equilibrio psicológico de la persona y compensar las deficiencias de su personalidad.
Así que, en vez de
considerar los sueños un símbolo como disfraz para otra cosa, Jung piensa que
los símbolos se deben reconocer como el valor que tienen por sí mismos. Los
símbolos y las imágenes en el sueño son el lenguaje natural del inconsciente, y
el sueño expresa algo psíquico que sólo puede ser traducido parcialmente en
términos racionales.
Jung pone mucho énfasis en
los símbolos de carácter universal; sus estudios de la mitología, de las
religiones, de las leyendas y expresiones culturales le hizo pensar que las
temáticas universales encontradas revelan la existencia, en cada individuo, de
una parte del inconsciente que es común a toda la humanidad, el “inconsciente
colectivo”.
(Partes del artículo
de Por Úrsula Oberst sobre la teoría de los sueños de Carl Gustav Jung).
Muy curioso es este artículo, gracias por ponerlo aquí, amigo. El hombre es sólo el hombre y no es capaz entender esas cosas por mucho lo quisiera.
ResponderEliminarSeguro haya algo encima de nosotros.
Saludos
Gracias Marek por tu comentario; de igual forma creo que hay alguien superior a nosotros guiando nuestra vida con la más infinita sabiduria.
ResponderEliminarUn saludo muy especial.