SER ESPIRITUAL "LA MADUREZ HUMANA"
Juan, le dedica más de la mitad del capítulo tres (3) de su evangelio, unos versículos del capítulo siete (7) y una mención última en el capítulo diecinueve (19) a Nicodemo, quien se convierte un personaje “transversal” a todo el evangelio en el sentido de que está siempre presente, pero sin asumir un protagonismo destacado.
La primera vez que aparece Nicodemo es, según narra el evangelista, para encontrarse con Jesús de noche intrigado por los milagros realizados por Jesús, le dice: “Sabemos que has venido como maestro de parte de Dios, pues nadie puede hacer los milagros que haces si Dios no está con él”.
A continuación Jesús sostiene una conversación con Nicodemo sobre el sentido del volver a nacer y menciona el «reino de los cielos». Jesús se sorprende al ver que «un maestro en Israel» no entiende el discurso sobre el renacer en el espíritu.
Al expresar Jesús, sobre volver a nacer, Nicodemo expresa “Y cómo puede uno nacer de nuevo cuando ya se es viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer?.
Jesús le contesto: Te aseguro que el que no nace de agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos es humano “Un Hombre Natural”, lo que nace del espíritu, es espíritu, un “Ser espiritual”.
¿Es acaso posible y legítimo identificar el llamado "hombre natural", con ese tipo de hombre que está atado y en-cerrado en el aspecto terreno de la naturaleza humana? Si por supuesto que sí, es en este grupo donde permanece la gran mayoría de la humanidad. El hombre natural no encuentra su derecho a ser y a permanecer como una personalidad madura e integrada. En la historia podemos referirnos a San Agustín como ejemplo típico de esa metamorfosis del hombre "natural" abierto a lo alto, a lo trascendente, a lo “espiritual”.
Un Ser espiritual significa personalidad integrada, y es, por tanto, sinónimo de una persona que ha respondido fielmente a todos los valores. Pues bien, no cabe duda de que entre esos valores ocupa el primer plano la llamada a lo trascendente, la apertura a una integración superior.
Esta integración superior no podrá llevarse a cabo a través de un simple contacto estético. Si el hombre natural quiere elevarse a lo trascendente, necesita mucho más: una voluntad constante de auto superación, una voluntad prácticamente eficaz. Esta elevación es posible; ni siquiera es un hecho extraordinario; puede estar determinada por diversos factores: un dolor grave, una gran tentación, una percepción clara y decisiva del fin último de la existencia; sin embargo, no podrá realizarse plenamente más que a través de un itinerario psicológico de tipo ascético, entendido como el proceso hacia la "madurez" del hombre.
La "madurez humana" debe entenderse como la plenitud consciente de todas las cualidades físicas, psíquicas y espirituales, bien armonizadas e integradas entre sí. Lo podríamos relacionar con el proceso de individuación del que nos hablo C. Gustavo Jung.
El crecimiento humano constituye una especie de síntesis de nuestros deberes. Pero hay más todavía: esa armonía de la naturaleza, enriquecida por el trabajo personal y responsable, está llamada a una superación. Mediante su inserción de la energía Crística, en el “El AMOR”; es desde acá donde el hombre tiene acceso a una dimensión nueva, a un humanismo trascendente.
El dejarse mover por la "carne" y no por el "Espíritu", hace La oposición entre los "hombres carnales" y "hombres espirituales" en san Pablo es paralela a la oposición "niños-adultos" (1 Corintios 3,1). Es señal de este infantilismo el dejarse llevar por motivos humanos, por envidias, apegos, gulas, adiciones, rencores, vicios, miedos, la soberbia espiritual (La autosuficiencia y la presunción del que cree demasiado en sus propias fuerzas y no reconoce que todo es don de Dios), etc.
El seguidor del AMOR, el adulto en la fe, logra poseer ciertos aspectos positivos del espíritu de infancia, que lo hacen capaz de vivir en la sencillez, de una acogida gozosa de la gracia, de ausencia de cálculos, de generosidad, de sinceridad, de inmediatez, de vivir en el presente. Esta en nosotros, discernir y elegir, podemos ser seres espirituales, pues recuerda todos tenemos igual oportunidad pues es nuestro derecho, es nuestra naturaleza.
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