SER ESPIRITUAL "LA MADUREZ HUMANA"


En días pasados en una conversación con un gran amigo, hablábamos de la importancia de ser consistentes y coherentes en  nuestras vidas. No referíamos entonces a la consistencia y coherencia que encontramos en aquellos seres espirituales  que nos sorprenden gratamente y que son fuente de inspiración y grandes referentes para la humanidad. 

Pero que hace a estos seres espirituales verdaderamente especiales?, los hace su convicción, su Fe; lo que les permite convertirse en una minoría especial,  dejando así  de  ser hombres naturales.
 
Reconocíamos que por fortuna, DIOS tiene reservado para todos nosotros igual  oportunidad para llegar a ser seres espirituales. Es libertad de cada ser emprender el viaje que lo lleve a una vida espiritual. Solo tenemos que volcarnos hacia nuestro Ser, hacia nuestro interior; es de allí de donde podemos conectarnos con nuestra naturaleza, con la fuente. Con la inteligencia infinita creadora de todas las verdades eternas.

En este blog, he tratado de ser consistente y coherente con la búsqueda de este camino, podemos observar como todos los temas  se entrelazan y nos llevan todos al mismo punto al “AMOR”. Como  referentes para la elaboración de los artículos publicados he estudiado temas como la ciencia, la teología, la filosofía, la psicología, entre otros.

Hoy quiero referirme al evangelio de San Juan y a la explicación que el AMOR tenía reservado para mi (Y para todos los que lean este articulo) por medio de mi gran amigo Luis Guillermo, siendo esta la siguiente:  A diferencia de los evangelios sinópticos, Juan se vale de breves y expresivas alegorías, como por ejemplo, la de la vid y los sarmientos y la del buen Pastor. También emplea diversos "símbolos" para referirse a la persona de Jesús y a los bienes que él brinda a los hombres: en especial, el "agua" y el "pan" le sirven para hacer una verdadera "catequesis sacramental" sobre el Bautismo y la Eucaristía.

El autor de este Evangelio vuelve constantemente sobre los mismos temas, desarrollándolos y profundizándolos una y otra vez (Consistencia y Coherencia). En cada uno de esos temas está contenido todo el misterio de Cristo. Pero más que los "hechos" de su vida, lo que le interesa y quiere poner de relieve es el "significado" que ellos encierran y que sólo la fe puede descubrir. Desde esa perspectiva, Juan interpreta las obras y amplía los discursos de Jesús, como fruto de una larga y profunda contemplación. Su objetivo fundamental es conducirnos a la Vida eterna, que consiste en conocer al "único Dios verdadero" y a su "Enviado, Jesucristo. Con razón se ha llamado al Evangelio de Juan el "Evangelio espiritual".

Juan,  le dedica más de la mitad del capítulo tres (3) de su evangelio, unos versículos del capítulo siete (7) y una mención última en el capítulo diecinueve (19) a Nicodemo, quien se convierte  un personaje “transversal” a todo el evangelio en el sentido de que está siempre presente, pero sin asumir un protagonismo destacado.

La primera vez que aparece Nicodemo es, según narra el evangelista, para encontrarse con Jesús de noche intrigado por los milagros realizados por Jesús, le dice: “Sabemos que has venido como maestro de parte de Dios, pues nadie puede hacer los milagros que haces si Dios no está con él”.

A continuación Jesús sostiene una conversación con Nicodemo sobre el sentido del volver a nacer y menciona el «reino de los cielos». Jesús se sorprende al ver que «un maestro en Israel» no entiende el discurso sobre el renacer en el espíritu.

Al expresar Jesús, sobre volver a nacer, Nicodemo expresa “Y cómo puede uno nacer de nuevo cuando ya se es viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer?.
Jesús le contesto: Te aseguro que el que no nace de agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos es humano “Un Hombre Natural”, lo que nace del espíritu, es espíritu, un “Ser espiritual”.

¿Es acaso posible y legítimo identificar el llamado "hombre natural",  con ese tipo de hombre que está atado y en-cerrado en el aspecto terreno de la naturaleza humana? Si por supuesto que sí, es en este grupo donde permanece la gran mayoría de la humanidad.  El hombre natural no encuentra su derecho a ser y  a permanecer como una personalidad madura e integrada. En la historia podemos referirnos a San Agustín como ejemplo típico de esa metamorfosis del hombre "natural" abierto a lo alto, a lo trascendente, a lo “espiritual”.

Un Ser espiritual significa personalidad integrada, y es, por tanto, sinónimo de una persona que ha respondido fielmente a todos los valores. Pues bien, no cabe duda de que entre esos valores ocupa el primer plano la llamada a lo trascendente, la apertura a una integración superior.

Esta integración superior no podrá llevarse a cabo a través de un simple contacto estético. Si el hombre natural quiere elevarse a lo trascendente, necesita mucho más: una voluntad constante de auto superación, una voluntad prácticamente eficaz. Esta elevación es posible; ni siquiera es un hecho extraordinario; puede estar determinada por diversos factores: un dolor grave, una gran tentación, una percepción clara y decisiva del fin último de la existencia; sin embargo, no podrá realizarse plenamente más que a través de un itinerario psicológico de tipo ascético, entendido como el proceso hacia la "madurez" del hombre.

La "madurez humana" debe entenderse como la plenitud consciente de todas las cualidades físicas, psíquicas y espirituales, bien armonizadas e integradas entre sí. Lo podríamos relacionar con el proceso de individuación del que nos hablo C. Gustavo Jung. 

El crecimiento humano constituye una especie de síntesis de nuestros deberes. Pero hay más todavía: esa armonía de la naturaleza, enriquecida por el trabajo personal y responsable, está llamada a una superación. Mediante su inserción de la energía Crística, en el “El AMOR”; es desde acá donde el hombre tiene acceso a una dimensión nueva, a un humanismo trascendente.

El dejarse mover por la "carne" y no por el "Espíritu", hace  La oposición entre los "hombres carnales" y "hombres espirituales" en san Pablo es paralela a la oposición "niños-adultos" (1 Corintios 3,1). Es señal de este infantilismo el dejarse llevar por motivos humanos, por envidias, apegos, gulas, adiciones,  rencores, vicios, miedos, la soberbia espiritual (La autosuficiencia y la presunción del que cree demasiado en sus propias fuerzas y no reconoce que todo es don de Dios), etc.

El seguidor del AMOR, el adulto en la fe, logra  poseer ciertos aspectos positivos del espíritu de infancia, que lo hacen capaz de vivir en la sencillez, de una acogida gozosa de la gracia, de ausencia de cálculos, de generosidad, de sinceridad,  de inmediatez, de vivir en el presente. Esta en nosotros, discernir y elegir, podemos ser seres espirituales, pues recuerda todos tenemos igual oportunidad pues es nuestro derecho, es nuestra naturaleza.

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