AMOR ESPIRITUAL
El Maestro Eckhart (Fraile Dominico, 1.260 – 1.328
D.C.) cuando trataba de enseñar lo más sublime sobre “AMOR ESPIRITUAL” mediante
una precisión cada vez más refinada de aquello que en el fondo resulta
inexplicable con palabras para el ser humano, Nos dice que lo más inefable,
se parece a un caminante que avanza por un sendero de altura que corre en
espiral. Desde los diferentes puntos a que llega, se sirve, como de muleta, de
expresiones cada vez más osadas para explicar lo inexplicable y difícilmente o
nada comunicable. Hoy en día, cuando se tiene mayor conocimiento de las
prácticas místicas orientales, se puede encontrar un cierto paralelismo en lo
expuesto por el maestro Eckhart con en el budismo Zen.
¿Pero que nos enseña el budismo Zen acerca del amor
espiritual? El Budismo Zen surgió como síntesis entre el Taoísmo y el
Budismo Mahayana, es una escuela de enseñanza tradicional, que tiene como
principio la creencia de que todos los seres poseen una naturaleza búdica, por
lo que conocerse a uno mismo es conocer y ser la esencia de Buda.
Este concepto básico del Zen, toma como método para
restaurar la conciencia en el ser humano. Una serie de disciplinas y prácticas
artísticas destinadas a provocar el vacío mental del alumno para que éste quede
libre de ataduras psicológicas. Libre de conceptos de toda clase, de ideas
preconcebidas, esto es virginal o vacío, pues sólo así estará
cualificado para comprender las enseñanzas del Zen, diseñadas por antiguos
maestros para conducir, al que lo busca, al conocimiento de sí mismo, clave con
la que se abren todos los caminos hacia el conocimiento del Ser Universal.
El Ser Universal es aquel que ha llegado al máximo
del vacío, dice Lao-tsé, estará fijado sólidamente en el
reposo. Volver a su raíz, es decir al Principio del origen primero y el fin
último de todos los seres para entrar en el estado de reposo, el “Amor Espiritual”.
Para entender un poco más sobre el "Amor
Espiritual" tomemos las enseñanzas de un gran maestro como lo fue Muhammad
Rumí (Poeta místico musulmán, 1.207 – 1.273 D.C.), donde el tema general de sus
pensamientos, así como los de otros escritores sufíes, está esencialmente
enfocada sobre el concepto de la unidad y la unión con su Amado (la
fuente principal) de donde hemos sido cortados; y del constante lamento por
esta separación y el constante deseo de volver a la unidad.
Otro maestro el Sufismo Ibn Arabí (Místico Sufi,
poeta y filosofo, 1.165 1.240) tomando como fuente el “Tratado del amor”
nos dice que el amor espiritual reúne en el amante tanto el amor del
bienamado por el amado como por sí mismo, mientras que en el amor natural o
físico el amante ama sólo por sí mismo al bienamado.
“Has de saber que en el amor espiritual el amante
une la razón y el conocimiento. Mediante la razón da muestras de
sabiduría, y, mediante ésta, llega a ordenar las cosas según el orden de la
sabiduría sin modificar, mediante ella el lugar que le corresponde”.
Así pues, cuando el amante ama sabe: 1) lo que es
el amor; 2) lo que hay que entender por amante; 3) lo que es realmente el
ser amado; 4) lo que espera del bienamado; 5) si su bienamado es capaz de
ejercer la voluntad y si está dotado de libre albedrío, para amar lo que
ama; 6) si, por el contrario, el amado no es capaz de ejercer su voluntad,
a fin de que el amante ame únicamente por sí mismo a su bienamado.
Por esencia, el amante desea la unión después de
haber buscado la existencia efectiva del objeto de su amor. Y, sin duda alguna,
la existencia efectiva del amado es idéntica a la unión con él, ¡no puede ser
de otro modo! He aquí lo que decimos de ello: El momento del éxtasis es el de
la unión y el del amor. ¡Comed y bebed de él!.
Desde que se actualiza la pasión de amor, se
desarrollan un hálito de beneplácito recíproco y de profundos suspiros,
el hálito se exhala de manera que forma en el amante la imagen del amado hasta
el punto incluso de hacer aparecer una forma externa que contempla y por la que
realiza su motivación y su felicidad. Se da entonces en el amor espiritual en
seres individualizados.
El fundamento de la pureza original es atestiguado
por esta palabra de Jesús: «Todo ser es engendrado según la naturaleza
primordial»... que es esta pureza de la que aquí hablamos. El amor espiritual
que realiza se realiza a partir de una potencialidad reciproca es
simbólicamente virginal. Cada ser humano ya se encontraba amado por el amor
divino, incluso antes de ser engendrado.
No lo será nunca posible al amante realizar el amor
espiritual sin que intervenga una ayuda especial de Dios para permitirle,
si lo quiere, realizar un acto creador, al modo de Jesús y de otros servidores
de Dios. Si Él les otorga tal gracia, el amor obliga al amante a dar la
existencia al bienamado.
Sin la gracia de Dios, el amor humano
necesariamente termina curvándose ilícitamente sobre las criaturas “El amor
natural”, bajo el peso de la herencia de Adán. Para San Agustín, es la muerte
de Jesucristo, Hijo de Dios, en la cruz, la que, abriendo para los hombres las
compuertas de la gracia celestial, potencia el amor humano por encima de sus
mismos límites naturales, haciéndolo participar, en la fe y en la esperanza, de
la Caridad divina. Porque "Dios es Amor"
Continuemos entonces con San Agustín (Doctor
de la iglesia latina, 354 - 430); quien nos dice que el amor es el peso del
corazón, que lo hace inclinarse en un sentido o en otro. El objeto tras el que
corre el amor es siempre el bien, no en sentido moral, sino en sentido
ontológico: lo bueno en general. La meta última de esa tendencia amorosa del
hombre es la felicidad, es decir, la posesión del Bien Supremo, que es Dios
mismo. "Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto,
hasta que descanse en Ti".
Todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices. Pero no estamos de acuerdo acerca de en qué consiste la felicidad: en los honores, los placeres, las riquezas, el poder, la fama, en Dios...San Agustín enseña que el amor suyo es neutro, y que puede ser bueno o malo según sea ordenado o desordenado. Y es ordenado o desordenado según se pliegue o no a las exigencias objetivas del orden real, ontológico de los bienes.
Este orden consiste en la primacía absoluta de Dios (Amor espiritual), Bien Supremo, sobre todos los otros bienes, finito y limitado. Es ordenado, entonces, el amor que ama Dios por sobre todas las cosas, y por Él mismo, y a todo lo demás, en Dios, por Dios, según Dios. Que un su orden nos permite ser uno con Él, Dios, Uno y Trino. Entonces el AMOR ESPIRITUAL es nuestro constante deseo que tenemos de volver a la unidad.
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