EL SÍ MISMO SUSTANCIA DE DIOS
Sí-mismo es definido por Carlos Gustavo Jung como el
arquetipo central de lo inconsciente colectivo, el arquetipo de la jerarquía.
La totalidad del hombre. El Sí-mismo es una unión de los opuestos
complementarios por excelencia. Se representa simbólicamente por el círculo,
cuaternidad, niño, mándala, etc. Representa el fin último del proceso de
individuación.
El Sí-mismo es una magnitud antepuesta al Yo consciente.
Comprende no sólo la psique consciente, sino también lo inconsciente, y por
ello es, por así decirlo, una personalidad que también somos... No existe
posibilidad alguna de alcanzar también una consciencia aproximativa del
Sí-mismo, pues por más que queramos hacerlo consciente siempre existirá una
cantidad indeterminada e indeterminable de «inconsciente» que pertenece a la
totalidad del Sí-mismo.
El Sí-mismo es no sólo el centro, sino también aquel ámbito
que encierra la consciencia y lo inconsciente; es el centro de esta «totalidad»
como el Yo es el centro de la consciencia.
El Sí-mismo es también la meta de la vida, pues es la
expresión más completa de la combinación del destino que se llama individuo.
Podríamos dar una doble definición al concepto de Sí-mismo: Imagen arquetípica de totalidad,
vivenciada como poder transpersonal que confiere sentido a la vida; por
ejemplo: Cristo, Buda, figuras como el mándala. El «símbolo de Cristo» tiene
suma importancia para la psicología, porque es tal vez, junto con la figura de
Buda, el símbolo más desarrollado y diferenciado del sí-mismo.
Teóricamente, centro y totalidad de la psique, vivenciado
como aquello que gobierna al individuo y hacia lo que se dirige
inconscientemente. Principio de coherencia, estructura y organización que rige
el equilibrio y la integración de los contenidos psicológicos. Sin la vivencia
de los opuestos no existe experiencia de la totalidad y, por ende, tampoco un
acceso interior a las figuras sagradas.
Uno de los grandes maestros de la India “Sri Ramana” bien
nos enseña sobre El sí mismo; sobre estas enseñanzas Carlos Gustavo Jung
expreso:
“Lo que encontramos en la vida y las enseñanzas de Sri
Ramana es la más pura esencia de la India; su aliento de una humanidad liberada
del mundo, y que libera del mundo, es un canto de milenios...para el hindú está
claro que el Sí-mismo, en cuanto fuente espiritual, no es diferente de Dios; y
en la medida de que el hombre permanece en su Sí-mismo, no sólo está contenido
en Dios, sino que es Dios mismo.
Respecto a lo anterior, Sri Ramana es clarísimo. La
sabiduría y misticismo de Oriente tienen, por lo tanto, mucho que decirnos.
Están ahí para recordarnos las cosas similares que tenemos en nuestra propia
cultura y que hemos olvidado... Nada menos que el destino de nuestro hombre
interior. La vida y las enseñanzas de Sri Ramana no sólo son importantes para
el hindú, sino también para el occidental. No sólo configuran un documento de
gran interés humano, sino también un mensaje de advertencia, dirigido a la
humanidad que corre el riesgo de perderse en el caos de su inconsciencia y de
su falta de control”
En occidente el
bautismo y la confirmación para el cristianismo destapa o despierta en nosotros la experiencia activa y
consciente de una presencia latente de la Divinidad que mora en nosotros, El
Sí- mismo.
En los últimos años, los astrónomos han recorrido los cielos
buscando nuevos planetas; hasta hace muy poco, no se había logrado ver directamente
ningún de ellos. Pero se podían detectar, gracias a la variación que se daba en
la órbita de una estrella. Quizá pase lo mismo con los que siguen la Regla de
San Benito, el cual nos dice: “La órbita visible de sus vidas revela la
presencia de la estrella escondida que no podemos ver directamente”,
«Verdaderamente tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel» (Isaías. 45,15).
San Agustín, en una ocasión nos advierte: Al comer la carne de Cristo y beber
su sangre, nos transformamos en su sustancia.
Recapitulemos hasta acá, sobre los tres pensamientos de
grandes maestros de los que hemos hablado: para Sri Ramana está claro cuando el
hombre permanece en su Sí-mismo, no sólo está contenido en Dios, sino que es
Dios mismo. San Benito nos dice: la presencia del Sí mismo es la estrella
escondida que no podemos ver directamente, "Verdaderamente tú eres un Dios
escondido" y finalmente San Agustín nos advierte Al comer la
carne de Cristo y beber su sangre, nos transformamos en su sustancia, es decir
en Dios.
El maestro Eckhart, empleando una de sus imágenes favoritas, y partiendo del simbolismo bíblico de la luz, llama a ese tesoro del Sí-mismo una chispa, una pequeña luz, un pedacito de la divinidad de Dios. Dice Eckhart: “Hay en el alma un poder que en sí mismo es libre, una pequeña chispa... libre de todo nombre y vacía de todas las formas... Ahí, Dios florece eternamente, y es siempre verde en su divinidad”.
En otra parte Eckhart añade: “Hay un poder en el alma que se une con Dios: es la chispa”. La palabra alma para el maestro Eckhart se refiere a esa dimensión del ser humano destinada a vivir siempre en comunión con Dios. Hoy podríamos llamar a esa dimensión usando distintos nombres también: el centro de nuestro ser, el corazón, el espíritu, etc. La chispa es la presencia de Dios que habita en el alma.
En Yuo Tube podemos encontrar un video llamado “El misterio que nadie te conto” en el Deepack Chopra nos dice "Dios no creo el universo, Dios se convirtio en el Universo". El Ser humano y el mismo universo son parte del mismo fenomeno "Nosotros somos la sustancia de Dios".
En otras palabras cada Ser humano es un diminuto universo y cada uno contiene en su interior todas las fuerzas y posibilidades, más aun cuando logra integrar su Sí- mismo, Ser uno con Dios, pues no somos dos. Finalmente presento el siguiente pensamiento que publico "Sat" en su Blog “De Estar por Casa” el cual incluye a su manera bellamente todo lo anterior:
“Somos el Amor de Dios, esa es nuestra Identidad. Cuando te
entregas, reconoces que tu vida ya no se sostiene más en tu amor personal por
Dios, sino en el Amor de Dios por ti. Esa es tu Identidad. No hay dos”.
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